El 4 de octubre de 1957 la ex URSS puso en órbita del Sputnik 1, el primer satélite artificial. Aquellos pitidos, bleeps, que el aparato emitía mientras surcaba el cielo atraparon la imaginación de quienes los escuchaban por primera vez, fascinado por aquellos sonidos extraterrestres… ¿Se pueden escuchar los sonidos del espacio?. Los científicos han dedicado cantidad de energía en descifrar y traducir datos capturados por sus antenas y aparatos en sonidos audibles, o más concretamente han dotado con micrófonos a sondas espaciales como la Mars Polar Lander (de la cual se perdió contacto al descender en Marte) o a la Huygens, los que con mejor suerte pudieron grabar el ruido del viento a lo largo de las dos horas y media que duró el descenso en Titán, por ahí cerquita de Saturno.

Es el año 2017 y Pablo Guerra Pedroso aka Polwor, despliega su arsenal de cacharros, casetes, osciladores y kaosspads desde “Casa Ruido”, el centro de despegue musical ubicado en pleno centro de Santiago, conocido por los habituales de Café con Cables, donde se arman y desarman a la velocidad del sonido múltiples universos paralelos. Las masas sónicas que emergen de la manipulación de botones, switchs, faders y potenciómetros son moldeadas y capturadas en tiempo real con una grabadora Zoom situada al medio de la sala. No hay alta tecnología. No hay alta fidelidad. Es la acción registrada y su posterior edición, segmentación, disección, con los medios que se tienen, con lo aprehendido, del armado y desarmado, con lo escuchado desde su big-bang personal, lo que se traduce en dos señales sonoras, que en 9 minutos y fracción, dirigen nuestros oídos-ojos hacia el cielo.

Polwor captura las señales que llegan desde un espacio-tiempo particular. Interferencias, ruido de fondo, pulsos, voces, frecuencias, colisionan en un frenesí sónico, en una vorágine de atracción-repulsión, haciendo audible un universo imaginario, un cúmulo estelar, un agujero negro que captura todo lo que se aproxima. Así como los científicos cambian las frecuencias al rango audible para que podamos escuchar los sonidos del espacio, en “AbaltaZár” podemos descender desde el espacio hacia la tierra conducidos por estos collages sonoros, que lindan con lo electroacústico, con la música concreta, dejando rastros sobre rastros, registros sobre re-registros, en un loop que podría durar una eternidad.

La sonda “Polwor” ha despegado. No dudo en que con este impulso inicial, acelerará en forma exponencial y nos traerá pronto nuevos descubrimientos. Las antenas están dispuestas y los parlantes conectados.

Escrito por: Mika Martini